martes, 31 de marzo de 2020

CORONAVIRUS, una reflexión

Coronavirus

No es el virus lo que nos ataca, es lo generado por nosotros mismos como individuos y como sociedad lo que se está volviendo en contra de nuestra supervivencia.

Seguramente, a la larga le echaremos la culpa a los conductores políticos y a quienes los han votado, los xenófobos le echarán la culpa a los asiáticos, los gobernantes le echarán la culpa a la población que no hizo caso a las recomendaciones, en Uruguay le echaremos la culpa a Carmela, el cambio climático seguramente estará sobre la mesa, el hacinamiento, el miedo convertido en pánico, el egoísmo disfrazado de solidaridad, etc. y así seguiremos sin ver cuál ha sido el verdadero motivo de este caos generalizado. Porque insisto, no es el virus, es el caos generado por nosotros mismos.

Finalmente, no necesitamos un extraterrestre, fue otra forma de vida microscópica, que convive con nosotros y muta al igual que nosotros. Esa microscópica forma de vida está poniendo en evidencia nuestras carencias como sociedad y nuestra incapacidad individual de prever situaciones, adelantar soluciones y pensar en distintos planes ante eventuales situaciones que desborden nuestra propia y colectiva organización.

Pero los momentos de crisis siempre son oportunidades de cambio, personal y colectivo ya que todos, alrededor del mundo, nos estamos viendo afectados. Y de nada habrá servido para nuestra vida futura, si no somos capaces de analizar y aprender de esta experiencia. Entre otras cosas, de darnos cuenta cuáles son las necesidades básicas, y cuáles de los satisfactores de esas necesidades no son imprescindibles y en qué medida han comprometido la vida en sociedad. Qué cosas materiales nos dan satisfacción en momentos como éstos y qué necesidades no materiales no son satisfechas ahora.

Luego, cuando la amenaza esté controlada, cuando el miedo y la duda se vuelvan certezas, entonces podremos comenzar a pensar con claridad, qué cosas, qué situaciones, qué procedimientos, qué pensamientos, qué explicaciones fueron fundamentales para ayudarnos a sobrevivir. Cuáles de nuestros comportamientos nos puso en riesgo y cuáles fueron capaces de salvarnos la vida (en el sentido más amplio de la palabra), qué nos mantuvo sanos y no solo del coronavirus. A qué estamos atados, y a qué estamos dispuestos a seguir atados, a dónde nos llevó el cinismo y a dónde nos llevó la verdad en el caso de haberla conocido. 

Hacia dónde nos conducen los dogmas, los conocidos y expresados, los de apariencia inofensiva o inexistente. La filosofía es la herramienta que abrirá nuestras cabezas si la dejamos entrar, pero sabiendo que la verdad absoluta no existe y que la herramienta es para la búsqueda constante…

Si pensamos que superar los problemas económicos desde el punto de vista individual, nos abrirá las puertas de un nuevo mundo, estamos equivocados. Los problemas económicos son fáciles de solucionar, se necesita voluntad política y sentido comunitario. Los problemas sociales son más difíciles porque  debemos repensarnos como sociedad y como individuos participantes de ese colectivo, con sentido común y sentido comunitario.

Si todos cumplimos con nuestros deberes (los que nos dimos como sociedad y que responden al sentido comunitario) nuestros derechos, los que nos aseguran vivir en libertad y satisfacer nuestras necesidades, están asegurados, al menos en las democracias, forma de gobernarnos, con la que nos llenamos la boca.

De dónde parten nuestros problemas, no desde cuando, que ese dato es casi inútil, solo ha servido para justificar lo que no hemos logrado cambiar. Cuál es nuestro punto de partida ahora, partimos de una realidad que nos iguala y nos envuelve a todos; de la muerte que está a la puerta de cada una de nuestras casas, fábricas, all inclusive, escuelas, ciudades, países…y de la que, la acumulación de riqueza no nos salva.

Hace unos años leí un artículo que decía que si la malaria estuviera presente en el primer mundo, entonces seguramente ya se hubiera encontrado una vacuna, esta crítica puede aplicarse ahora, ya que esta pandemia del coronavirus ha generado mucha alarma por dos razones bien claras, se expande con rapidez y ataca a todos sin distinción de clase socio económica. Es un virus democrático e igualitario sin dudas.





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